

2. Los primeros insurgentes
Después de casi tres siglos de colonialismo en la Nueva España se conjugaron, por una parte, las normas que impedían gobernar a los nacidos en el territorio y, por otra, la situación de explotación que sufría toda la población para satisfacer las demandas de España que estaba en crisis. Eso motivó a algunos grupos de criollos a organizarse para conspirar contra la autoridad virreinal.
Destacan personajes pioneros como Francisco Primo de Verdad y Ramos, quien promovió la idea de establecer una Junta de Gobierno provisional en la Nueva España tras las abdicaciones de los reyes Carlos IV y su hijo Fernando VII a la Corona de España.
Después vinieron otros como el grupo de Querétaro, organizado y patrocinado por la corregidora de esa ciudad, doña Josefa Ortiz de Domínguez. En él participaban Miguel Hidalgo y Costilla, párroco de Dolores, Ignacio Allende, oficial y pequeño propietario de tierras, y Juan Aldama, también oficial, entre otros. Sus propósitos eran muy semejantes a los que en ese momento se promovían en varios ayuntamientos del virreinato, ya que pretendían “formar una junta de gobierno compuesta por regidores, abogados, eclesiásticos y otros criollos” para dirigir a la futura nación; sin embargo, fueron descubiertos, por lo que Josefa Ortiz de Domínguez tuve que enviar un mensaje de alerta a los conspiradores en San Miguel el Grande. Gracias a su aviso, Miguel Hidalgo decidió adelantar su movimiento, por lo que llamó al pueblo a las armas el 15 de septiembre de 1810, hecho que marca el inicio de la guerra por la independencia.