

3. Inicio de la guerra de independencia
La guerra de independencia se inició la noche del 15 de septiembre de 1810, cuando el cura Miguel Hidalgo convocó a los habitantes del pueblo de Dolores a reunirse en la plaza y sublevarse contra el gobierno virreinal.
Hidalgo había llegado con apenas una docena de hombres, pero rápidamente se conformó un ejército insurgente que comandaban criollos provenientes de familias acomodadas, quienes, inspirados por las ideas de la ilustración francesa y de la independencia de los Estados Unidos, planearon la independencia de la Nueva España. Al final se logró reunir a 300 personas armadas sobre todo con piedras, palos, machetes y algunas escopetas.
Como aliados a este grupo de criollos, en las posiciones más vulnerables en las batallas, estaba el pueblo llano; en su mayoría mestizos e indios que, al ver en la rebelión una salida a la constante situación de injusticia, maltrato y hambre, participaron luchando tenazmente hasta el final del conflicto en 1821, once años después del llamamiento de Hidalgo.
A raíz de la insurrección, y con el objeto de aniquilarla, la corona española preparó a su ejército, conocido como Ejército Realista. Los realistas pretendían que continuara sin cambios la situación predominante en la Nueva España; es decir, que ésta siguiera subordinada a la metrópoli, privilegiando los intereses de los españoles peninsulares y de algunos criollos, además de continuar explotando a la mayoría de la población.
Durante la guerra de emancipación hubo cerca de 600,000 bajas en ambos bandos. Se extendió a casi todo el territorio del entonces virreinato. Asimismo, hubo muchos cambios de dirección y estrategia al interior del movimiento independentista, pero todos se dieron buscando un objetivo común: la independencia de la Nueva España.