

8. Consumación de la Independencia
Tras la muerte de Morelos, Nicolás Bravo tomó el mando de la lucha independentista, pero cuando se reunió el congreso insurgente dejó el mando, lo que provocó que el movimiento se quedara sin un líder. Sin embargo, por regiones la revuelta continuó en el resto del país bajo el mando de diferentes caudillos.
En ese momento el virrey era Félix María Calleja, quien había derrotado a Hidalgo. Calleja disolvió el congreso nacional y desconoció la Constitución de Cádiz en junio de 1814, pues sabía que Fernando VII había regresado a España imponiéndose como emperador absoluto.
En 1816 Calleja volvió a España y lo sustituyó Juan Ruiz de Apodaca, quien ofreció un indulto a los rebeldes, siempre y cuando depusieran las armas, y aunque algunos de ellos aceptaron, el movimiento continuó.
En 1818 se prolongó el movimiento al frente de Guadalupe Victoria en Veracruz, mientras Vicente Guerrero lo continuó en el sur. Ambos ejércitos, el realista y el insurgente, siguieron asestándose algunos golpes de poca importancia.
En 1820, Fernando VII fue obligado a jurar la aplicación de la Constitución de Cádiz. Ante esa situación, y con el propósito de evitar que se ejerciera en la Nueva España, los grupos oligárquicos realizaron varias juntas. Una de ellas se llevó a cabo en La Profesa, templo del centro de la ciudad de México, para nombrar al realista Agustín de Iturbide como jefe del ejército realista. Su tarea era poner fin a la prolongada y sangrienta lucha. Primero intentó derrotar a Vicente Guerrero, pero como no lo consiguió, la única vía era llegar a un acuerdo.
Iturbide atrajo la atención de V. Guerrero al proponerle unir sus fuerzas para lograr la independencia de México. Ambos se comprometieron con ese fin y llegaron a un acuerdo. A ese suceso se le conoce como el abrazo de Acatempan.
El 24 de febrero de 1821 se firmó el Plan de Iguala. En él se pactó formar un solo ejército, llamado ejército trigarante, que lucharía por la independencia con Iturbide al frente. Este ejército se apoderó de las principales ciudades. En agosto de 1820 llegó a México el último virrey, Juan O'Donojú, quien se entrevistó con Iturbide para llegar a un acuerdo con base en la situación real del país. El acuerdo era muy similar al Plan de Iguala. Así, se firmaron los Tratados de Córdoba que reconocían la soberanía e independencia de la nación. Estos tratados reflejaron, de alguna manera, el espíritu con que fue elaborado el Plan de Iguala.
Así pues, el 27 de septiembre de 1821 se consumó la independencia con la entrada del ejército trigarante, al mando de Agustín de Iturbide, a la ciudad de México. Poco después, Iturbide sería coronado como el primer emperador de México.