IlustraT - Independencia de México

Abrazo de Acatempan

7. Plan de Iguala


Después de diez años de sangrienta lucha, el país había quedado hundido en la miseria y ninguno de los ejércitos se daba por vencido. Ambos bandos estaban formados, en su gran mayoría, con gente del pueblo y habían luchado por las causas que cada uno de ellos consideraba justas. Por otro lado, en la metrópoli, el rey había jurado la Constitución de Cádiz, con la cual peligraban los privilegios de los peninsulares en la Nueva España. Esta razón apremió a muchos grupos conservadores a acelerar la independencia, de tal suerte que tanto realistas como insurgentes planearon acordar los términos en los que se realizaría la independencia.

A principios de 1821, el realista lturbide y el insurgente Guerrero se reunieron en el pueblo de Acatempan, actual estado de Guerrero, donde sellaron el pacto de alianza por la Independencia con un abrazo. El ejército de lturbide portaba la bandera realista, compuesta por una cruz en forma de equis, y la del ejército de Guerrero mostraba un águila sobre un nopal; pero ambos estandartes se reunirían bajo la Bandera de las Tres Garantías. A este acto siguió la proclamación del Plan de Iguala.

Así pues, 24 de febrero de 1821 se firmó el Plan de Iguala. En él se estipularon las tres garantías básicas para la nueva nación: religión, unión e independencia. Algunos de sus principales contenidos fueron:
· La absoluta independencia de México.
· La monarquía constitucional como forma de gobierno para el reino independiente.
· La conservación de los privilegios del clero y del ejército (en contraposición a los ideales de la constitución de Cádiz), así como la formación del Ejército de las Tres Garantías o Trigarante.
· La concesión de la ciudadanía a todos los habitantes y el derecho de igualdad para ocupar cargos públicos.

Los puntos centrales del Plan de Iguala solucionaban los problemas inmediatos de la época, pero dejaban un gran vacío con respecto a los ideales que originalmente desataron la lucha. Muchos se preguntaron “¿En dónde quedaron los ideales de Hidalgo y Morelos? El derramamiento de sangre sólo fue fructífero y benéfico para unos cuantos: los grupos privilegiados que, en muchos casos, se habían opuesto a la independencia porque no se adecuaba a su interés particular, y a los que debido al cambio de políticas en la metrópoli ahora sí buscaban la independencia. El Plan de Iguala, aun con sus limitaciones, concilió los intereses de muchos en torno a la causa de la Independencia. Se había logrado la emancipación política, pero no la estabilidad ni la paz. Los enfrentamientos entre los que querían un México liberal y republicano y aquellos que buscaban una monarquía conservadora perdurarían durante casi todo el siglo XIX. Esto impidió que el país lograra una estabilidad que le permitiera progresar.

Después de 10 años de lucha por toda la Nueva España, la guerra de independencia terminó con la firma del Plan de Iguala entre los insurgentes y los realistas y, sobre todo, con la firma de los Tratados de Córdoba, entre el representante de la corona española, el virrey Juan O´Donojú, y el general realista Iturbide. En los tratados se reconocía la independencia de la Nueva España del imperio español. La nueva situación que debía enfrentarse era la organización política que tendría que asumir la Nueva España ya como país independiente. En primera instancia, el gobierno fue asumido por una monarquía constitucional, adjudicada a Agustín de Iturbide; no obstante, su gobierno, sin fuerza ni orden, resultó efímero, pero abrió el camino a la promulgación de la Constitución de 1824, en la que se establecía que el país sería una república representativa popular y federal. Mediante esta decisión se ingresaba al conjunto de naciones republicanas independientes. También se contaba con una bandera, la del ejército trigarante; sus colores simbolizaban la independencia, la religión y la nación, es decir, el verde, el blanco y el rojo. Parecía que la situación marcharía bien, pero los conflictos ideológicos entre centralistas (aquellos que favorecían un gobierno tradicional y autoritario, a la manera de la colonia) y federalistas (aquellos que inspirados en la democracia estadounidense buscaban una división de poderes y un gobierno descentralizado) no se hicieron esperar.